«El sur» es una película que cala en el alma, máxime si uno es español. Se refiere a la soledad y pesadumbre del ser humano en general, al matrimonio insoportable que se soporta por los hijos o por acobardamiento, al amor perdido que siempre está ahí clavado en los recuerdos y que no hay manera de volverlo a vivir ni a rectificar los errores que con él se cometieron, a la vida monótona sin horizontes de amplitud o verdadera satisfacción, a los deseos insatisfechos de utopía o de «sur». Todo ello contado con imágenes bellísimas, con una música sobrecogedora (¡qué maravilla la conversación en el restaurante entre el padre y la hija mientras suena ese pasodoble tan entrañable a los oídos o sentimientos de los habitantes de España).
Película de enorme nostalgia, tanta y tan poéticamente expresada que cala hasta las células. Se vuelve a ver las veces que hagan falta, quince, treinta o cien; siempre por el gusto, el respeto y la autoridad de su contenido como film, aun sabiendo que deja el cuerpo amorosamente entristecido. «El sur» es una película de culto cinematográfico, impresionante.