En 1700 murió el último rey español de la casa de Austria, Carlos II, sin descendencia directa, habían dos sucesores posibles a la corona española por lazos de parentesco: Felipe de Anjou hijo del rey Francés y el Archiduque Carlos de Baviera. Carlos II testó a favor del primero
La sucesión española creó un conflicto de intereses en toda la Europa potencial del momento, España poseía colonias americanas, Países Bajos, Nápoles, Milán, Sicilia, Cerdeña, ingredientes suficientes para provocar una guerra europea en la sucesión de la corona española a favor de uno u otro pretendiente.
Felipe de Anjou: Francia y Baviera.
Archiduque Carlos: Austria, Gran Bretaña, Sacro Imperio, Prusia, Saboya, Portugal.
Y como no, en España división de opiniones: Castilla se declino por Felipe y la Corona de Aragón por Carlos.
Catorce años duró esta guerra civil española y europea, el final fue un 11 de septiembre de 1714 entrando Felipe V en Barcelona.
Ese día ha quedado en Catalunya como ‘Diada de Catalunya’, podría parecer que se celebra la victoria de un nuevo Rey Español, pero no, se conmemora la pérdida de algunas libertades que tenía el pueblo catalán hasta ese día.
Y es que la circunstancia catalana es penosa, Catalunya apuesta por un perdedor, creyendo que sus condiciones serian más ventajosas si hubiera ganado el Archiduque Carlos, pero a espaldas de los catalanes, éste ya había comprometido su rendición y huyo miserablemente por mar antes de que nadie se diera cuenta del engaño, dejando a su suerte a toda la población.
Claro está, el vencedor abolió los fueros catalanes, no así los de Vizcaya ni los de Navarra que le habían sido fieles.
¿Qué hubiese pasado si hubiere ganado la sucesión el Archiduque Carlos?, pues seguramente lo mismo que paso, tal vez los fueros catalanes no hubiesen sido derogados, pero por lo demás nada mas, seguiríamos como antes de la muerte de Carlos II, una España unida aunque solo sea en apariencia.
¿No es un empecinamiento tanto recuerdo a un episodio de guerra?, Catalunya era España en 1700, hubo una guerra de 14 años, Catalunya perdió su apuesta y siguió en España, lo mismo que otras regiones españolas: Aragón, Valencia. Pero no hacen de ese acontecimiento un día nacional.
Y ahí estamos 300 años después, llorando lo perdido y dejando pasar el tiempo entre lamentaciones y odios.
Odios que por desgracia se está corriendo como la pólvora por todo el territorio, odios provocados por políticos de uno y otro signo que lo único que hacen es encender la ira del pueblo, un pueblo que deberá demostrar que es suficiente maduro y despreciar a donde nos quieren llevar, las armas del nacionalismo las carga el diablo, su disparo es mortal.
Tan perjudicial es el nacionalismo central como el autonómico, estamos obligados a entendernos en paz.
Es una responsabilidad política de todos aquellos que ejercen cargos institucionales la obligación de búsqueda de soluciones para una convivencia pacífica.
Barcelona a 11 de septiembre de 2012