Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámosnos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra».
Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel,1 porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie.
Y aquí estamos en esta España llagada, dividida, empobrecida; peleándonos por la lengua, no hay cosa mas efímera e inútil que las luchas dedicadas a la lengua.
Tengo una total descreencia en la simbología de los textos sagrados, pero que bonito hubiera sido una sola lengua para todos los seres del mundo, no hay nada mas importante que el comunicarse con el prójimo, entenderlo y en consecuencia amarlo.
Me gusta la lengua que uso, me gusta y me paladeo en ella, pero no me importaría perderla con tal de entenderme con todos los seres humanos.
Barcelona a 16 de diciembre de 2012