Cicerón – La adivinación – El hado

Cicerón – La adivinación – El hado
Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.)

En la primera parte de ‘La adivinación’, Cicerón imagina encontrarse en compañía de su hermano Quinto Tulio Cicerón, el cual expone su punto de vista en favor de la clarividencia y la posibilidad de prever el futuro, lo cual tendría un fundamento real, que según Quinto la prueba más evidente puede encontrarse en la coincidencia que todas las poblaciones demuestran tener desde siempre sobre este punto.
En la segunda parte Cicerón toma todos los argumentos y los ejemplos nombrados por el hermano, refuntándolos uno después del otro y demostrando su rechazo a confiar en el arte adivinatorio. En acuerdo con principios filosóficos, ataca cada aspecto relacionado con los oráculos, la astrología y la aurispicia, argumentando seriedad y ciencia, afirmando que la religión adquiriría mayor crédito si fuese depurada de las creencias falsas y supersticiosas. A pesar de eso, Cicerón no llega a rechazar integralmente la clarividencia sino que justifica la práctica en cuanto institución «política», necesaria al mantenimiento de los equilibrios internos del Estado y la salvaguardia de las tradiciones.
El hado no es continuación del libro anterior, pero podría serlo, en él trata de las personas que ejercen la adivinación:
¿Para qué acudir al hado si prescindiendo de él, pueden explicarse todas las cosas por la naturaleza o por la casualidad?”
Se analizan las filosofías griegas sobre el ‘destino’, refutando cada una de las posturas adivinatorias y de los aciertos de los hados.
En una sociedad como la Griega y la Romana, de hace mas de 2000 años, ya existían filósofos que dedicaban argumentos para denunciar la falsedad de la mitología y de las artes adivinatorias; Ahora después de todo ese tiempo, todavía existen farsantes que embaucando a infelices se vuelven de oro.

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