
Así poco a poco, ambos extraños, separados por kilómetros de distancia, irán conociéndose profundamente.
Para los que hemos disfrutado y sufrido un contacto epistolar, este libro nos recuerda esos momentos de intimidad mas profunda, delante de una hoja en blanco, con una pluma como único instrumento, a solas con el pensamiento hacia la destinataria, no existía una magia igual a ello, mientras deslizaba sobre el papel la pluma, con cuidado de no emborronar, y plasmaba sentimientos, el contacto de esa pluma y el del papel es totalmente diferente que los actuales ‘e-mails’, fríos, limpios.