Carolly Erickson – La hija del Zar

Carolly Erickson – La hija del Zar

SINOPSIS:

Una niña de seis años se asoma al balcón del Palacio de Invierno en el día de su santo. Abajo la multitud aclama a su padre, el zar Nicolás II. Sin embargo, ajena a todo lo que la rodea, Tania solo piensa en jugar con sus hermanas Olga, María y Anastasia, en las clases de baile y en el anuncio que les ha hecho su madre, la zarina Alejandra: dentro de unos meses llegará un bebé a la familia, con suerte un heredero para la dinastía Romanov.

Pasan los años y Tania descubre nuevas realidades: las disputas entre sus padres y sus tíos, el duro enfrentamiento entre su madre y su abuela -que ha impuesto una educación estricta a las niñas-, el desprecio de la nobleza rusa hacia la zarina y la presencia cada vez más tenebrosa e influyente de un personaje llamado Rasputín.

Pero aún existe otra realidad más allá de palacio, que poco a poco va desvelándose a los ojos de una princesa que, cuando puede, escapa de su jaula dorada. En ese mundo su padre es temido y odiado. Allí imperan el atraso, la pobreza y el descontento de un pueblo harto y cansado.

Ese mundo también es el suyo, aunque a veces no lo comprenda. Y un día ese mundo estalla en una revolución.

RESEÑA:

Un libro de ficción con personajes reales, la autora hace una recreación imaginativa de la historia de Tatiana hija del Zar Nicolás II, con muchos personajes y acontecimientos inventados y añadidos al contexto histórico.

La madrugada del 17 de julio de 1918, la familia imperial rusa, el depuesto zar Nicolás II, su esposa, Alejandra, y sus cinco hijos, Olga (22 años), Tatiana (21 años), María (19 años), Anastasia (17 años) y el zarevic Alexis (13 años) bajaban a un sótano oscuro de la casa donde estaban recluidos en Ekaterimburgo. Allí fueron fusilados por las fuerzas bolcheviques. Nadie quedó con vida.

Cuando la locura política sobrepasa a las personas y dejan de pensar, solo existe la manipulación del odio de unos contra otros, con ello la destrucción y el asesinato.

Es cierto que los Romanov eran autoritarios y despiadados en su afán por mantener el poder y expandir su imperio, pero en realidad no fueron nada en comparación con los comunistas que vinieron después, que llegaron a un grado de opresión y crueldad mayor en la era soviética.

En 1991 los restos del zar, la zarina y tres de sus hijas fueron descubiertos y numerosas pruebas de ADN confirmaron sus identidades.

«En 1998, después de una investigación de cinco años, el gobierno ruso decidió enterrar los restos descubiertos en el sepulcro familiar de los Romanov en la catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo como un gesto político de reconciliación y expiación por los crímenes de la época soviética», lo cuenta la doctora Marina Alexandrova, profesora de la Universidad de Texas en Austin.

En 2007 una segunda fosa fue descubierta con los restos de sus otros dos hijos.

Con Vladimir Putin en el poder, parece existir un revisionismo de la historia del zarismo, involucrados tanto el gobierno como la Iglesia, para su propio beneficio.

Putin ha reinventado el nacionalismo ruso sobre la base de las mismas teorías nacionalistas de los zares.

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