Hajime es un hombre moderadamente feliz, casado, padre de dos niñas y dueño de un club de jazz, cuando se reencuentra con Shimamoto, una vieja amiga de la infancia y la adolescencia de la que no había vuelto a tener noticias. Ambos, hijos únicos, habían compartido aficiones y secretos en la escuela primaria, y ahora, varios años después, se sienten atraídos sin remedio. Hajime, obesionado, parece dispuesto a dejarlo todo por ella… Con inquietante sutileza, Murakami nos cuenta una historia clásica de amores perdidos y recobrados, de la consumación de una promesa de plenitud, que destila la indefinible sensación de desajuste con el mundo que acucia al hombre contemporáneo.
A veces se me ocurre pensar si no es demasiado el costo de tener una vida interior intensa, tal vez seria mejor que me gustase el fútbol, leer solo noticias de deportes, ver la crónica rosa por la televisión o tomar una cerveza con supuestos amigos en la barra de un bar.
Pero cuando todo eso no me llena en absoluto y cuando la soledad y los pensamientos forjan toda una existencia, cualquier experiencia vivida son terrones de azúcar en la escalera hacia la Nada.
Este libro tiene mucho de todo esto, Hajime es un hombre solitario con una gran vida interior, mucho mas emocionante que su vida exterior.