José Ortega y Gasset – La rebelión de las masas
SINOPSIS:
La rebelión de las masas es el más conocido libro de José Ortega y Gasset. Se comenzó a publicar en 1929 en forma de artículos en el diario El Sol, y en el mismo año como libro. Está traducido a más de veinte lenguas. Se centra en su concepto de «hombre-masa», las consecuencias del desarrollo que habrían llevado a que la mayoría suplantara a la minoría, carácter de estas masas, «muchedumbre», y de las aglomeraciones de gente y a partir de estos hechos, analiza y describe la idea de lo que llama hombre-masa: masa y el hombre-masa que la compone.
En 1937, escribe un «Prólogo para franceses» y un «Epílogo para ingleses», los cuales deben leerse después del propio libro, pues carecen de sentido propio. Según Julián Marías, la obra de Ortega está incompleta y sería El hombre y la gente el que lo completaría.
José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital —raciovitalismo— e histórica, situado en el movimiento del novecentismo.
RESEÑA:
Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer. Esta crisis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas.
La rebelión de las masas, párrafo inicial.
Para que una sociedad funcione ‘como una maquina’, debe estar representada por dirigentes ‘super inteligentes’, cosa casi imposible, esos dirigentes que hacen la política salen de las masas las cuales su nivel de miras es muy limitado. El poder público vive al día: no es capaz de presentarnos un futuro ni real ni posible, vive al día y se justifica con el pasado. No tiene proyecto de vida.
A las masas no les preocupa nada mas que su bienestar, y se mueven en tropel sin analizar el porque destruyen ese bienestar de ellos y de los otros.
Ortega y Gasset nos ilustra con el siguiente trozo de historia:
El 13 de septiembre del año 1759, al ser coronado el monarca Carlos III, en la Plaza de la Villa de Níjar se organizaron fastos para celebrar el evento.
En mitad de los actos, se tomó la iniciativa de que todos los presentes pudieran beber sin coste alguno, llegándose a consumir hasta 77 arrobas de vino y cuatro ‘pellejos’ de aguardiente.
El rápido consumo de tales licores redundó en que los protagonistas de la hazaña se vivieron muy pronto provistos de una euforia tal que les llevó a tomar decisiones que pasarían a la historia, sin que nadie haya logrado explicar los motivos desde entonces.
Así pues, la primera resolución fue la de dirigirse al pósito, donde se llegaron hasta las ventanas y arrojaron por ellas todo el trigo que contenía, dicen las crónicas del momento que por un valor de hasta 900 reales. No contentos con ello, los mismos protagonistas se dirigieron después al estanco de tabaco, donde también tiraron el dinero que encontraron y también las reservas del tabaco allí conservadas.
No se detuvo allí la cosa, puesto que las propias tiendas fueron también víctimas de ese afán y vieron cómo todas las reservas fueron derramadas por las calles, tanto en las materias sólidas como en las líquidas. Y ello en los establecimientos públicos, pero tampoco los hogares particulares se libraron de la que entonces fue denominada como «la locura de Níjar», puesto que las amas de cada casa se unieron a la tendencia, tirando por sus ventanas el pan, el trigo, la cebada, los enseres y útiles de la casa, desde platos hasta cazuelas y morteros, así como muebles de todo tipo e incluso sillas y demás elementos del hogar.
Dice Ortega: Este pueblo, para vivir su alegria monárquica, se aniquila a si mismo.
Las masas intervienen en todo y sólo violentamente, el pensamiento que une a las masas es el de quien las dirige. La persona-masa recibe un repertorio de ídeas y consignas, se contenta con ellas sin pensarlo ni cinco minutos, se instala definitivamente en ese pensamiento sintiendose perfecto.
Nos encontramos, pues, con la misma diferencia que eternamente existe entre el tonto y el perspicaz. Este se sorprende a sí mismo siempre a dos dedos de ser tonto; por ello hace un esfuerzo para escapar a la inminente tontería, y en este esfuerzo consiste la inteligencia. El tonto, en cambio, no se sospecha a si mismo: se parece discretisimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se asienta e instala en su propia torpeza.
Hoy, el hombre medio tiene las “ideas” más taxativas sobre cuanto acontece y debe acontecer en el universo. Por eso ha perdido el uso de la audición. ¿Para que oir, si ya tiene dentro cuanto hace falta? Ya no es sazón de escuchar, sino, al contrario, de juzgar, de sentenciar, de decidir. No hay cuestión de vida pública donde no intervenga, ciego y sordo como es, imponiendo sus “opiniones”.
No es que no deba opinar el hombre-masa, es que para ello se debe instruir en el conocimiento de lo que habla, cosa que al no hacerse merece la critica anterior.
Todo esto produce un tipo de hombre que no quiere dar razones, sencillamente esta resuelto a imponer sus opiniones.
Europa es el gran desafio presente y futuro. Lo intento Julio Cesar, Alejandro Magno, Carlos V; Hoy sigue siendo una utopia, los enemigos de esa Europa está en los ‘nacionalismos’ pequeños y aburgesados que su único credo son ellos y su propio bienestar.
Estimado: en mi blog https://el-pareja.blogspot.com/ tengo varios artículos sobre La Rebelión de las Masas que podrían interesarte. Saludos.